28. sep., 2021
¿Cuándo tomaste conciencia de tu vocación literaria?
Me ha gustado escribir desde que tengo memoria y no es un tópico. De niña mis hermanos y yo ya echábamos mano de mis recursos literarios para compensar la escasez de dinero cuando queríamos hacer un regalo a mis padres o amigos. Era divertido, porque el efecto emotivo lo lográbamos siempre y el modesto detalle que nos podíamos permitir quedaba bastante adornado. He tardado muchos años en acometer este reto porque le tengo mucho respeto a la escritura. He comenzado a escribir cuando me he sentido verdaderamente preparada, cuando he sentido que tenía el bagaje lingüístico, la madurez para transmitir emociones con las palabras y una historia que contar.
¿Por qué escribes?
Creo que sería pretencioso por mi parte dar una respuesta a esta pregunta. Realmente no lo sé. Lo que sí sé es cómo me siento cuando escribo. Es una sensación muy potente. Logro abstraerme de mi realidad y de mi mundo para caer de lleno en una realidad que voy construyendo, pero que me va arrastrando al mismo tiempo. Cuando comienzas a escribir una novela de ficción te sientes la creadora o el creador de una nueva realidad y de unos personajes, pero a medida que avanzas en la historia empiezas a convivir con ellos hasta el punto de que son tus personajes los que terminan decidiendo sus destinos. Había escuchado a muchos escritores consagrados comentar emociones parecidas y pensaba que exageraban o que se trataba de un cliché literario, hasta que yo misma lo he podido experimentar. Es realmente emocionante.
¿Cómo surge La boca de los cien besos?
Surge durante mi estancia en Florida como profesora visitante. Me destinaron al distrito de Miami-Dade. En Miami todo es belleza, lujo y esplendor, pero tuve la enorme suerte de que me destinaran a la zona de Hialeah. En esa zona habitan muchos cubanos que salieron de la isla con el objetivo de buscar el progreso y una vida mejor para sus hijos. Hice grandes amigos que compartieron sus historias conmigo y comencé a sentir una verdadera atracción por sus vidas, por su esfuerzo y su lucha hasta adaptarse a su nueva vida en los EE.UU, un país tan exigente profesional y socialmente. De pronto sentí que quería escribir sobre ellos, desde la ficción, pero recogiendo esa pelea vital y la complejidad que conlleva la adaptación a un nuevo país.
¿Cuál es el argumento de la obra?
La boca de los cien besos es una mezcla de thriller y drama en la que se narran dos épocas en tres geografías: Cuba, Miami y Barcelona. Todo transcurre entre una Habana a comienzos del siglo XX y un Miami moderno, con la presencia de un revelador cuadro titulado La boca de los cien besos que marcará el hilo conductor de la trama y que esconde las respuestas a los misterios de una saga familiar.
¿Quiénes son los personajes principales y con qué características los has creado?
En La Habana conoceremos a Simplicio Rodríguez, un pintor vanguardista, a Fernanda Mendoza, una mujer de vida difícil crecida en Cuba, pero que es producto de la dura emigración española hacia Cuba. Conoceremos al noble y silencioso Walfrido, cuya vida une a todos los personajes de la novela. En Miami disfrutaremos con la vitalidad y energía de Babi, profesora en un instituto de Miami, pero que sufre interiormente las secuelas del exilio, y nos asomaremos a la salida de la isla en el testimonio de Ana y Marisela, la madre y la tía de Babi. Todos los personajes comparten las consecuencias de la emigración, la lucha por la adaptación y la nobleza de espíritu.
¿Cómo es tu forma de entender el arte y la educación, tan presentes en tu obra?
Soy profesora de Latín y Griego Clásico. Como docente sé que la educación es el más valioso elemento transformador de la sociedad. La educación es equilibrador de desigualdades, es protección y generador de talentos. Opino firmemente que una sociedad que cuida la educación se hace más sabia y fuerte. En todos los libros que he leído en los últimos años no abundan los referentes directos a la educación, por eso no dudé al elegir la profesión de la protagonista. El arte me gusta como a mi protagonista, Babi. No soy una experta, pero lo disfruto y siempre he intentado transmitir a mis alumnos el valor de las manifestaciones artísticas.
¿Qué te gustaría conseguir en el lector?
Que disfruten con la lectura. Vivimos en una sociedad precipitada donde todo es inmediato y hasta la relajación conlleva un esfuerzo. Si La boca de los cien besos logra envolver al lector y transportarlo a La Habana me doy por satisfecha, porque si eso sucede sé que se enamorará de los personajes.
¿Qué temas de la obra podrían estar ligados a la actualidad?
No busco de manera forzada tratar temas relevantes de la actualidad. La emigración, la igualdad, la lucha por la búsqueda de oportunidades son el escenario natural de la novela porque está motivada en la historia real de las personas que conocí en Miami y que llegaron de Cuba. La novela la llenan mujeres porque mi intención es darle la vuelta a la historia y ponerlas a ellas en primer plano. Sé que los hombres que las acompañaron me han permitido esta justa mudanza de la historia.
¿Cómo recomendarías tu libro a alguien?
Les diría que les espera un universo hermoso y atractivo y que van a convivir con unos personajes llenos de fuerza que lograrán atraparlos. Una saga familiar que recorrerá los años más emblemáticos de Cuba.
¿Qué aspectos de la trama y del estilo narrativo crees que podrían enganchar al lector?
En mi opinión, la mezcla de thriller y drama engancha desde el principio. Las historias avanzan de manera independiente desde el principio sin que el lector comprenda cuál es la conexión entre ambas. Mi forma de escribir es sobria. No puedo esconder que disfruto con el lenguaje y las palabras, eso se lo debo a mi formación clásica. Sin embargo, como lectora siempre he rechazado el tono pretencioso de algunos autores y me esfuerzo por combinar la elegancia sintáctica con la sencillez para procurar el gusto por la lectura.
¿Suele servirte algún método de trabajo, sigues algún horario o escribes cuando sientes la necesidad?
Siempre siento la necesidad de escribir, pero no siempre puedo. Escribo cuando encuentro el tiempo para la reflexión y la calma que necesito para ello. Mi trabajo actual es muy exigente y le dedico muchas horas, pero cuando encuentro el momento el tiempo se me pasa sin darme cuenta y ya no puedo parar hasta que no cierro un capítulo o escena.
Aparte de tu estancia en Miami como profesora visitante, ¿qué aspectos de tu vida te han podido marcar en la obra y en tu literatura?
A mi edad cuento con una valiosa experiencia vital que siempre suma y nunca resta a la hora de lanzarte a contar historias. Todo lo vivido, deseado y sufrido a lo largo de mis 55 años marca cada frase de mis novelas. Creo que es natural que sea así. En cuanto a mi estilo, sin duda se ha forjado sin apenas darme cuenta a través de los libros que he leído y disfrutado.
¿Alguna anécdota a resaltar relacionada con el proceso creativo de La boca de los cien besos?
Sin duda mi encuentro casual con Marisela, una empleada en un gabinete de estética. Hablamos enseguida de libros y de arte. Era una señora muy formada, acababa de llegar de Cuba. Era física y había trabajado para el Ministerio de Defensa cubano. Me habló de su hermano fallecido, un pintor de reconocido prestigio en la isla. Marisela me habló de sus dudas a la hora de enmarcar una obra que había heredado de su hermano. Salí de allí depilada, con una nueva amiga y sabiendo que el eje que habría de gobernar la novela sería un cuadro.
UNA FRASE DE TU LIBRO LA BOCA DE LOS CIEN BESOS: «Walfrido despertó un día para vivirlo y morir, aunque eso no habría de saberlo hasta las cinco de la tarde». Me costó mucho escribir ese capítulo y despedirme de Walfrido.